Día mundial de la acción por los trastornos del comportamiento alimentario.

El post es el testimonio de Irene, una mujer que batalla por silenciar la voz de su trastorno del comportamiento alimentario ( TCA)y gana, vaya sí gana. En el día mundial de la accion por los trastornos alimentarios os comparto este relato d eluz entre tanta oscuridad.

«Las primeras veces en consulta quería un menú para comer sano porque quería ver si de esa manera
no tendría culpa o verguenza por tener hambre. También buscaba a alguien que me diese una pauta
lo más vegetariana posible. Había una parte de mi que por instinto quería una alimentación sin
animales, pero así aprovechaba el dos por uno, restringir para perder peso.

O mejor dicho, si de esa manera conseguiría ese físico con la mano de un nutricionista, sin sufrir y cambiando mi cuerpo desde la motivación o amor a mi misma, porque como estaba en manos de un profesional, me decía que a ver si esto de la culpa se me pasa y lo puedo hacer bien.

Claro que en ese momento no te paras a pensar en por que esa obsesión por ser delgada, como si todo lo demás no importase y no te enriqueciese. Cambiaría el menú a mi manera, más todo ello tendría que ir de la mano de moverme siempre, hacer cosas y ejercicio.

Cada vez que iba a consulta sólo pensaba en que diría la báscula esta vez, estaba calmada porque así veía si mi esfuerzo estaba teniendo resultado. No sólo estaba la cara de restringir y hacer ejercicio hasta que me doliese el cuerpo y perdiese la regla, ese era el extremo de perder peso para ser delgada a toda costa, incluso perdiendo mi salud física y mental.

Luego estaba la cara de comer por ansiedad por no saber que emociones estaba sintiendo.

Comer alimentos que yo nunca me permitiría comprar, vomitarlos, restringir otra vez, y volver al deseo de comer por placer porque no estaba alimentando otras partes de mi vida, no sabía de donde venía el malestar, sólo asumía que estando más delgada me encontraría mejor, porque siempre pensé que sentirme de esa manera era normal y que así era yo.

Algo me faltaba, y la única forma de llenar ese vacio era con comida o de lo contrario el secreto estaba en adelgazar, pero estaba dando más poder a esa voz interna que me hacía cada día estar más desconectada de mi.

El comer cuando tuviese hambre, lo que quisiese y parar cuando estuviese bien, no estaba en
mi vida desde hace muchos años
, me daba y me sigue dando miedo incorporar alimentos que me
gustan y comerlos cuando quiera, moverme por gusto no por sentir asco por mi cuerpo y querer
cambiarlo.


Despues de unos años, he visto como esa voz te desafía y te dice en cuanto das un paso adelante,
que ya está
, ya estás curada. Y no, todo iba bien porque seguía teniendo todo bajo control con el
ejercicio y con la dieta a mi manera, hasta que empezaron sintomas como el acné, ansiedad,
malestar emocional, y seguía con esa voz machacona.

Hoy en día, esa voz sigue ahí, pero no me domina, porque sé que es una trampa, y que no importaba lo delgada que estuviese no era más feliz, que restringir, no escucharme y no cuidarme trae consecuencias a la larga muy malas. Sé que me queda mucho por ver y aprender de mi misma, que no se acaba aquí, sé que seguirán habiendo baches y que será muy tentador volver a controlar esa parte de la comida, sé que será incómodo.

Sinceramente estoy deseando a ver a la Irene de dentro de unos años, y ver todo lo que ha
conseguido y aprendido, al igual que hace años me hubiese gustado ver hasta dónde he llegado, y
las lecciones de vida que he aprendido en el camino.

Ahora mismo, me doy cuenta de que ya hago cosas en automático, que antes jamás hubiese hecho porque yo no me lo merecía, y en ese momento me doy cuenta de la cantidad de energía mental que eso llevaba.

Gracias Azahara por haber estado conmigo mientras abría los ojos de lo que me estaba ocurriendo, por implicarte tanto y hacerlo todo mucho más fácil».

Deja un comentario