Los TCA no son cosas de chicas

Rama de olivo como símbolo de victoria, y del miedo que le daba meter grasa en sus comidas.

Los TCA no son cosas de chicas, se producen en ambos sexos, y por desgracia cada vez en edades más tempranas.

Este es el testimonio de J. un paciente que llegó a mi en junio del 2020, había perdido casi 30 kilos desde noviembre. Pesaba 55,6 kg, midiendo 1, 86cm. Lo que empezó como un inocente » me voy a cuidar un poco y hacer más deporte» acabó en un episodio de anorexia.

El confinamiento fue al caldo de cultivo perfecto para controlarlo todo, sin salidas sociales, haciendo más deporte y comiendo lo mínimo…Por suerte, tiene un ángel, su hermano se asustó muchísimo y contactó conmigo y todo lo demás os lo cuenta él.

«La vida, muchas veces, nos vive. La rutina nos absorbe y el tiempo se nos escapa de las manos sin ni siquiera darnos cuenta. Y un buen día, empiezas a cultivar un miedo, un temor o un rechazo hacia algo tan cotidiano y rutinario como es la comida. Aquello que antes hacías sin pensar (masticar, cocinar, saborear, disfrutar de la comida) ahora te parece una verdadera aventura.

Tardas en darte cuenta del problema que te esta sobreviniendo. Nadie, podríamos decir, lleva un hábito de alimentación “perfecto”, y piensas que el tuyo es igualmente valido y licito como cualquier otro. Pasa el tiempo y, cuando quieres ser consciente del problema, del TCA que estas viviendo, te encuentras ante la versión más rota de ti.

Di con Azahara casi de milagro. Llegué a ella con la cabeza en los pies, y con los pies en la cabeza. Mis hábitos de alimentación eran pésimos y enfrentarme a la comida me daba verdadera ansiedad. Igual que no nos planteamos ir al traumatólogo cuando nos rompemos un brazo, al endocrino cuando tenemos diabetes o al cardiólogo cuando tenemos patologías del corazón, yo no dudé en acudir al nutricionista-dietista cuando sentí que la comida me “dolía”.

Ella me ayudó no solo a superar mi miedo sino a disfrutar de nuevo de la comida y de su sabor y a conocer los beneficios que esta nos aporta. Me ayudó, en definitiva, a que mi relación con la comida fuese sana, sin remordimientos, ni sentimientos de culpa cada vez que me sentaba a la mesa.

Mi experiencia con Azahara ha sido del todo extraordinario. Ella dirá que yo solo me lo he currado, pero, la verdad, que sin su ayuda yo no sería la persona que soy hoy en día, una persona nueva que dejó atrás sus miedos y que ahora disfruta comiéndose la vida.

Pero no todo va a ser tan perfecto. Es una pena que gente que esta pasando por la misma situación que pasé yo, no pueda acudir a la nutricionista y ponerse en sus manos. Porque sí, los “nutris” no están englobados en los servicios básicos que la sanidad publica nos ofrece. Algo tan esencial como es la nutrición, no esta contemplado como tan importante como para ser incluido en nuestro sistema de salud. Hago mía la frase que tanto he visto por las redes de Azahara: «Comer es revolucionario», por que cierta es. No podemos dejar que aprender a comer bien sea lujo de pocos, cuando en verdad debería ser placer de todos».

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